viernes, 8 de julio de 2011

Mermelada de albaricoque y el objetivo más dulce.

Entró en la consulta con unas bolsas grandísimas: aquí te traigo unas cositas de mi huerto, verás qué buenas... y yo, ay mujer, que no hace falta, que míra que venir cargada desde el pueblo, por Dios... Pues traía limones, ciruelas, manzanas y albaricoques, vamos que parecía la repartidora del super, ella. ¡Más graciosa que es! Le dí un par de besos y las gracias. Tener pacientes de pueblo y agradecidos es un placer, se mire como se mire.
Al día siguiente, bien tempranito me fui a la cocina con la cámara de fotos y empecé con la sesión guisandera y fotográfica, o al menos es era lo que yo me creía. En mitad del proceso, la cámara se quedó muerta sin previo aviso, no tenía batería. No pasa nada, pensé yo que soy de natural optimista para todo, la cargo y ya está. Hago las fotos con el móvil, hay que tener recursos para todo. Dicho y hecho. No queda lo mismo, pero para una urgencia, tampoco está tan mal.
Y ya que estaba, también había programado unos boquerones en limón, que tuve que hacer lo mismo, mitad y mitad con cámara y móvil.
Como son dos preparaciones que hay que esperar para el resultado, al día siguiente (otra vez) agarro la cámara y termino con la mermelada y los boquerones. Todo muy bien, y cuando vuelco las fotos en el ordenador ¡un manchurrón en todas las fotos! No sé en qué momento manché el objetivo de mermelada, he tenido el objetivo más dulce de todos, no me digáis que no es una maravilla, a ver quién puede decir eso... ¿Soy o no soy afortunada?
Limpié el objetivo con un bastoncillo de los oídos, agua, mucho cuidadito y paciencia, que menos para éso que dicen los otorrinos que es malísimo urgarse en los oídos con los bastoncillos, sirven para limpiar un montón de cosas. Bien está lo que bien acaba.

Ingredientes.
2 kg de albaricoquies, duraznos, damascos o damasquillos, también llamados amasquillos por estos lares.
El mismo peso de fruta limpia, de azúcar.
1 copita de ron.

Elaboración.
Lavar y deshuesar los albaricoques.
Trocearlos, pesarlos y colocar en un recipiente con el azúcar alternando capas de fruta y azúcar.

Dejar macerar 24 horas. Guardar cinco huesos, sacar las almendras y quitarles la piel. Reservar.

Al día siguiente, cocer a fuego medio durante 30 minutos y espumar de vez en cuando. Esterilizar los tarros mientras tanto.
A los 30 minutos, dar un golpe de batidora para triturar la mezcla. No es obligatorio, se pueden dejar enteros si los hemos troceado en trozos muy pequeños.

Añadir ahora las almendras de los huesos y la copita de ron. Hervir 10 ó 15 minutos más. Creo que ahí ya había manchado el objetivo.
Comprobar si ha cuajado, poniendo una gota sobre un plato y volcándolo. Tiene que resbalar muy despacio y dejando un rastro ancho.
Volcamos el plato.

Llenamos los tarros y tapamos cuando esté frío.

Y queda así de estupenda.
La receta es de este libro, salen todas buenísimas.

Manuel ya la ha probado esta mañana y dice que está exquisita. Claro que a mi Manuel le gusta todo lo que guiso, él es así de encanto.

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