lunes, 26 de diciembre de 2011

Christmas Pudding, las tradiciones navideñas y la procastinación.


Las familias felices no tienen historia, así empieza Tosltoi su Ana Karenina y yo siempre he pensado ah, pero tienen tradiciones. Desde que éramos pequeños, mi padre nos daba el aguinaldo en la Nochebuena, teníamos que cantarle un villancico nuevo cada año. Así que aprovechábamos y aparte de felicitar las fiestas y todo eso, hacíamos alusión a las cosas que habían pasado durante el año, y asuntos similares. Nos perdonaba la música, podíamos usar la de cualquier villancico pero la letra tenía que ser original y yo pienso que lo era. Nada más empezar el mes de Diciembre, estábamos las chicas incluso ya casadas y con nuestra propia familia, diciendo a ver cuándo nos reunimos para el villancico de este año, con mucho entusiasmo. Hubo años en los que el villancico lo hicimos el mismo día 24 por la mañana, eso es procastinar a base de bien, nos hicimos expertas.
Alrededor de las siete de la tarde, nos reuníamos todos en la casa familiar, un batallón de ocho hermanos todos casados, con los niños que cuando eran pequeños los vestíamos de pastores, las panderetas, sonajas, zambombas y toda la marimorena.
Nos íbamos a ensayar al cuarto de la plancha que estaba al fondo del todo, mientras los abuelos se tomaban unos aperitivos en el salón. Cada uno tenía una copia de la letra, decíamos la música de qué villancico habíamos usado ese año y ahí empezaban los problemas ¿Y ese, qué villancico es? Hijo, por Dios, ese de "camina la Virgen pura"... Ah, pues ese no me lo sé, ya podíais haber elegido otro. Tú mueve la boca como si cantaras, que no hay tiempo para que te lo aprendas. Y cosas así, que se nos iba el tiempo en tonterías y los abuelos esperando.
Una de nosotras cantaba el villancico para que vieran cómo sonaba y ahí era cuando los peques aprovechaban para aporrear todos los instrumentos a su aire, una escandalera tremenda, pero lo ensayábamos con mucho ahínco, gritábamos los mayores para oirnos, berreaban más todavía los peques y terminábamos con un aturdimiento grandísimo. Shh, shh, que nos van a oir...  Es que si nos oían, saldrían pitando por la puerta y nos quedábamos sin aguinaldo, seguro.
Al final, íbamos al salón y allí estaban papá y mamá tan contentos. Nos colocábamos todos, les dábamos una copia de la letra y aunque alguien se encargaba de dar la entrada, cada uno entraba cuando le daba la gana, los demás procurábamos llevar el compás, los peques blandían los instrumentos con saña y terminaban roncos de gritar. Todo muy entrañable, que un año lo grabamos y cuando lo escuchamos era como la banda sonora de una peli de romanos en plena batalla, con aullidos de lobo y todo ¡qué subidón!
Mi padre, que era muy bien hecho para todo, nos daba el aguinaldo en razón del número de años que tenía cada uno, y nos llamaba uno a uno empezando por el más pequeño de ese año. A ver, este niño ¿qué edad tiene? Como casi siempre había un bebé por allí, la madre lo llevaba en brazos y decía catorce meses, por ejemplo, y mi padre le daba un sobre que ya tenía preparado con su aguinaldo y decía Feliz Navidad, hijo, y le daba un besito y la madre, en el caso de los bebés, decía Feliz Navidad, abuelo. Así con todos que éramos muchísimos.
Los más mayorcitos ya iban solos y cuando le preguntaba la edad, más de una vez se oía la voz del padre o la madre ¡18, tiene 18 años! y a lo mejor, el sujeto en cuestión tenía 6 ó 7. Esa noche todos queríamos tener más edad... Nuestra madre era la última en recibir el aguinaldo y nunca nos enseñaba lo que había en su sobre, mi padre siempre decía que vuestra madre tiene más de mil años, y ella se reía picarona.


Pues yo, sin pretenderlo, he inaugurado otra tradición en mi familia, que es el Christmas Pudding, Pudín de Navidad o Budín de Navidad. Ya no hay aguinaldo, ahora tenemos el amigo invisible y el Christmas Puding todos los años en casa de mi hermano Manolo el día 25. Y sigo procastinando, porque este pudding se puede hacer con 2 ó 3 meses de antelación y todos los años me pilla el toro. Si es que no tengo arreglo... 
 Allí nos reunimos para tomar el consomé, la ensalada de salmón, el pavo trufado y el cochinillo al horno que hace Marisa, su mujer, que es una excelente guisadora. Siempre hay alguien que me pregunta ¿Has traído el Pudding? Claro que llevo el Pudding, ya es una tradición. Lo sirvo con crema inglesa, que hace años la poníamos en una jarra que era una vaquita blanca y salía la crema por la boca, y a mi sobrina Isa le daba muchísimo asco. Se rompió accidentalmente hace dos o tres Navidades.

Ingredientes.
250 gr de uvas.
250 gr de frutas del bosque.
250 gr de mantequilla.
250 gr de pasas.
60 gr de fruta confitada.
60 gr de almendras picadas.
ralladura de naranja y limón.
4 huevos batidos.
1 taza de harina.
2 tazas de azúcar moreno.
2 tazas de pan rallado.
1 taza de ron dorado.
1/2 cucharadita de sal.
1/2 cucharadita de bicarbonato.
Nuez moscada rallada.

Elaboración.
Pelar y despepitar las uvas, ponerlas a macerar con las frutas del bosque y las pasas. Regar con el ron y dejar toda la noche en el frigo.
Al día siguiente, batir la mantequilla con el azúcar, luego los huevos batidos, la fruta macerada, la confitada, las almendras, la harina, la nuez moscada, la sal, el bicarbonato y el pan rallado.
Enmantecar el molde y colocar en el fondo un papel y enmantecarlo también.
Tapar bien y entrar al horno a 200º al baño maría, 4 horas. Sí cuatro horas, añadiendo agua al baño maría de vez en cuando.
Desmoldar frío y servir acompañado de crema inglesa.









martes, 20 de diciembre de 2011

Sopas de ajo y la carrera urbana por La Trinidad para ir a Radio Biznaga


Quien no tiene cabeza, tiene que tener pies, eso dicen.
 Paco Malavé, o sea, Malaca Olé me invitó amablemente para ir a una tertulia en su programa de Radio Biznaga FM para hablar de cocina malagueña. Y yo, que me apunto a un bombardeo y me meto hasta en los charcos, mi Manuel dixit, organicé mi consulta para tener la tarde del jueves libre, no todo va a ser trabajar a todas horas digo yo.
Avisé a Carmen Rosa de http://micocinacarmenrosa.blogspot.com/, que a malagueña salerosa no le gana nadie y quedamos en vernos allí. También estaría Mariano, del restaurante Mariano que ahora se llama La Fragua de Mariano y está en la Avenida del doctor Gálvez Ginachero, 16. Su cocina es de las que a mí me gustan, bien elaborada y con productos de calidad, teneis que probar sus guisos de chivo malagueño.
La cita era a las cinco de la tarde, vaya hora más torera, y habíamos quedado con Carmen Rosa en la puerta de la emisora en C/ Trinidad. A las cinco menos veinte estábamos allí Manuel y yo que habíamos cogido un taxi porque en el centro no hay quien aparque. ¿Dónde estás Maricruz?. dijo Carmen Rosa por el móvil. Pues aquí ¿y tú? Yo estoy en La Calzada de la Trinidad, como me dijiste.
La culpa es de Google Maps que no sale calle Trinidad en Málaga, será posible, y cuando me lo comentó el día anterior yo le dije que entonces sería en La Calzada de la Trinidad... Ya estábamos las dos hechas un lío, y Manuel tenía esa mirada de ya-me-imaginaba-yo-algo-así.
No te muevas, que vamos para allá, dije yo en un arranque de los míos. Y allí que empezamos a andar estilo cabra de la Legión porque teníamos el tiempo justito. Atacamos la calle, que es larga y parece que no, pero cuesta arriba, que al ratito echas de menos las botas de campo y el palo ese para ir por los montes. Carmen Rosa llamó otra vez confirmado, Maricruz, aquí NO es. Estábamos ya a la altura de la Casa Hermandad de El Cautivo, muy bonita. ¿A que va a ser ahí abajo, donde estábamos al principio? Pues nada, media vuelta y a rodar cuesta abajo. A Manuel se le puso cara de yo-no-digo-nada-que-va-a-ser-peor y yo me consolé pensando que en las minas están peor. Por el camino perdí un fulard que llevaba y no he vuelto a ver, que me gustaba mucho y los vecinos nos vieron desfilar a paso ligero con mucho interés aunque ni aplaudieron ni nada, debe ser porque nos faltaba la banda de música.
Total, que llegamos como centellas dos minutos antes de las cinco ¡qué calor más grande! Manuel dijo que se iba a dar una vuelta por el barrio, mientras buscaba un kleenex en el bolsillo, no sé si para el sudor o las lágrimas de desesperación, no estoy segura yo. Nosotras subimos procurando mantener la compostura que no era plan de aparecer acaloradas como si nos persiguieran mil demonios.
Si hubiera tenido la precaución de llevar el nº de teléfono de Malaca Olé, nos habríamos ahorrado la carrera urbana por La Trinidad, si es que quien no tiene cabeza...

Y aquí estamos Paco, Mariano y yo embutida entre los dos y que salgo fatal, que en persona soy mucho más mona.


La emisión duró dos horas, estuvimos muy a gusto y hablamos de la cocina malagueña, que a eso habíamos ido. Uno de los temas que salió fue la cocina de subsistencia: las migas, los gazpachos, el gazpachuelo y las sopas de ajo. Entonces caí en la cuenta de que hace mucho tiempo que no hago sopas de ajo, de modo que como ya hace fresquito, las hice el otro día y la subo por si a alguien le apetece un plato calentito, fácil y muy socorrido que todo hay que decirlo.

Ingredientes. No pongo cantidades, es a gusto del guisador.
Pan del día anterior, cortado en rebanadas muy finas.
1/2 cabeza de ajos cortados en láminas gruesas.
Un huevo por comensal.
Pimentón dulce.
Aceite de oliva.
Agua.
Sal.

Elaboración.
Freír los ajos sin que se tuesten, que entonces saben mal. Reservar.


En el mismo aceite, freír el pan hasta que esté tostadito. Salar.



Añadir el pimentón fuera del fuego, para que no se queme.


Remover bien para que se reparta.


Y añadir agua fría.

Volver a poner los ajos fritos.

Cocer 15 ó 20 minutos, a mí no me gusta que hierva, pero cada cocina es un mundo. Añadir entonces los huevos uno a uno.


Y remover para "romperlos". Hay quien los deja escalfar en la sopa ya servida, pero a mí me gusta así.

Y servir bien caliente, yo las prefiero espesitas.

Las sopas de ajo, como las migas, admiten casi de todo: jamón serrano picadito, chorizo... en fin, lo que se os ocurra.


lunes, 12 de diciembre de 2011

Berenice de Arte Restaura, las manualidades y las telitas

Berenice es restauradora de arte, no de cocina que desde que los cocineros se llaman restauradores hay que andar dando explicaciones.
Tiene unas manos divinas y un sentido artístico increíble. Si le sumamos lo trabajadora que es y el ánimo que le pone a su trabajo, ya os podéis hacer una idea de cómo hace las cosas. Y sí, es amiga mía y la quiero un montón, por eso no soy objetiva.
Si entrais en su web http://arterestaura.vpweb.es/ veréis los cursos tan interesantes y las cosas tan novedosas que hace.
El cuadro que sale en la foto de la página de inicio de su web es un icono que yo tengo, que se había deteriorado y lo dejó como nuevo.
Tiene una tienda en Sevilla que es una gozada:

Los tocados que se ven al fondo, sobre la vitrina, son parte de los que enseña a hacer en uno de sus muchos cursillos.


También manualidades, con toda clase de materiales.
Aquí, pendientes, colgantes y anillos con una pasta que puede parecer pasta fimo pero que no lo es. Es un material muy ligero que no pesa casi nada y no rígido, me gusta más que la pasta fimo. Y aunque me maten, no sé decir cómo se llama, lo siento.
Estos son de otro material, también una monería.
Mirad qué alfileres y broches, son de antojo ¿verdad?


¡Esta cocinita me tiene loca! Está hecha totalmente a mano, de madera y los azulejos y la hornilla son de porcelana que lo ha hecho todo Bere, que ya digo que es una artista.


Esta es otra vista de la tienda, la cantidad de marcos que tiene. Y las muñecas Tilda, que también las sabe hacer.


Y el diseño de esta camiseta también es suyo, con éste ganó un concurso este verano.

Este es el rincón donde tienen todas las telas para hacer patchork, que está tan de moda desde hace unos años.
Yo, que para esto de la costura no estoy especialmente dotada, las máquinas de coser me ponen nerviosísima, me maravillo de la paciencia que tienen las personas que hacen patchwork, que a todo esto, como es un neologismo resulta complicadísimo de escribir, uno nunca sabe dónde demonios va la t si antes o después de la ch ¿a que si?
Me contaba Berenice que su socio le dijo que le deletreara bien la palabra porque a él le sonaba a Passport y los que entraran en la web no iban a enterarse muy bien de qué iban los cursos, si de costura o de cata de wisky.
El que ha resuelto bien la cuestión es Beni, el marido de Berenice que le llama las telitas. De modo que si le preguntas que dónde está Bere, él te dice pues ahí está, con las telitas... Yo voto porque a partir de ahora se llame las telitas, que suena más a nuestras cosas.

Mirad qué colgantes, no pesan y ¡no engordan!


Más cosas de repostería.

Yo tengo unos pendientes que son dos trocitos de tarta, como soy guisadora, pues eso es lo mío, dije nada más verlos.


Tienen de todo y todo me gusta...


Pues ya sabéis los de Sevilla, llegaos por allí que son encantadores.
Están en c/ Marqués del Nervión, nº 106, local, 41005, Sevilla (Sevilla)
Que me dice Bere que el sábado 21 de enero de 2012, tienen un taller de muñecas Tilda, que se llevan una muñeca Tilda terminada y la gatita, el taller se llama Tilda and friends y el precio es de 65 € material incluído. Yo, porque soy muy manazas para esto, que si no me llegaba en un salto en el AVE.
Entrad en su web y os enterais de todo.


viernes, 9 de diciembre de 2011

Risotto al azafrán con trufa y la manita de Cesarea

Había pensado hacer un risotto con setas para la comida del mes que me tocaba a mí, como acompañamiento al ossobuco a la milanesa que era el plat de résistance que como todo el mundo sabe es el plato principal o donde te la juegas.
Pues me fuí al mercado a comprar las setas que hace ya tiempo que en otoño se llenan los mercados de Málaga con setas y están los puestos de fruta y verdura que da gloria verlos, con ese olor tan particular a tierra y todo eso.
Y allí estaba yo tan contenta viendo la cantidad de setas, boletus y demás productos cuando lo ví. Era el puesto donde suelo comprar estas cuestiones, que tenía un cartel con lo siguiente: la manita de Cesarea, justo sobre una caja muy mona de madera y todo, llena de Amanita caesarea con una pinta buenísima, por otra parte. ¿Pero qué pone ahí, por los clavos de Cristo? De repente, de amanita de los césares hemos pasado a ser la manita de una tal cesarea, que eso es lo que pasa cuando oyes campanas y no sabes dónde, que se deforma el texto por contaminación fonética, o sea,  que como suena parecido, pues allá que vamos. ¿Y cómo pido yo eso ahora, que me va a dar la risa? Y claro que me dió la risa, un ataque de los míos en toda regla, que me tuve que ir, sin comprobar siquiera si al lado le habrían puesto a otro grupo la manita de Fátima o algo parecido, vete tú a saber.
Total, que estuve todo el camino de vuelta a casa acordándome de la cantidad de equívocos que he escuchado yo con esto de las semejanzas fonéticas. Empezando con el archiconocido Marinero de Tarpeya del romancero castellano, que es una insensatez graciosísima que ni tiene pies ni cabeza, pero que la gente recitaba así, en vez de Mira Nero de Tarpeya a Roma cómo se ardía, que ya cita Cervantes en el Rinconete, qué hombre más perspicaz D. Miguel, que no se le escapaba una.
En mi consulta he oído casi de todo. Una vez una señora me decía que si mi hijo tuviera los pies en la cabeza... Pues sería un calamar, pensé yo inmediatamente mientras le decía riéndome Ay, mujer qué cosas tiene usted. O uno que me dijo que él era rumiante obsesivo, que ya me lo imaginaba yo todo el día masticando yerbajos sin parar. Otro juraba y perjuraba que él vivía en la astenia desde hacía ya mucho tiempo, aunque estaba hecho un toro y con más ganas de discutir que cualquiera, que digo yo que con decir que ya no consumía drogas, tenía bastante.
Pero lo más gracioso con diferencia, fue el día que Sofía con tres añitos arrancó a cantar Virgenciiiita que estás en el cielo robaaaaando por míiii, qué más da que robara o rogara, me la comí a besos. Y hablando de equívocos religiosos, mi amiga Maricarmen estuvo hasta los doce o trece años recitando Creo en Dios Padre, todo por Alonso, a eso se le llama lealtad de la buena. Y acabo de acordarme de un cartel enorme que estuvo mucho tiempo en un edificio de la plaza del Obispo en Málaga que decía derribo eminente, lo mismo el contratista era premio Nobel.
Así que hice este risotto al azafrán con tuétano y trufa que había visto aquí:
http://www.tvcocina.com/profiles/blogs/risotto-alla-milanese-arroz
y al final fue un risotto con manitas, porque todo el mundo se puso a dar consejos cuando rallé las trufas justo antes de servirlo en la mesa. Ahí están las manitas de todos.

Ingredientes.
2 litros de consomé.
2 tazas de arroz de grano redondo.
2 cucharadas de mantequilla.
2 cucharadas de aceite.
1/2 cebolla picada.
Tuétanos.
1 taza de vino blanco seco.
Azafrán, aquí no vale el colorante.
Pimienta negra recién molida.
3 cucharadas de mantequilla para el final.
Parmesano rallado.

Elaboración.
Tener el consomé caliente, yo usé azafrán molido y lo disolví en el consomé.
Calentar la mantequilla y el aceite y rehogar la cebolla hasta que esté blanda. Añadir entonces el tuétano y la pimienta.
A continuación, el arroz y dar vueltas para que se impregne de la grasa. Incorporar el vino y dejar evaporar.
Ya sólo queda ir echando el consomé poco a poco, removiendo continuamente. Al cabo de 25 minutos aproximadamente, estará listo.
Debe quedar al dente pero cremoso.
Retirar del fuego y mezclar la mantequilla removiendo. Por último, la cantidad de queso que nos guste.
Servir inmediatamente y disponer más queso parmesano rallado en la mesa.